Cuando
uno se rodea de imbéciles no hay mucho para festejar. Los brindis no importan y
maquillan otras fisuras incurables. Es por eso que estas fiestas pasaron sin
pena ni gloria. La familia de Punto Tierra fue el único sostén y en definitiva es
el motor de todo. Lo que resta siempre resta y en definitiva ya no confiamos en
nadie. Salud universal y buen año.